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Cuenta una leyenda

—Cuenta una leyenda que una hembra gitana conjuró a la luna hasta el amanecer.... Bla, bla, bla. ¡Menuda bronca le iba a caer al idiota de su hermano en cuanto tuviera ocasión! "Tienes que ir a la sesión de las 12, ¡es la mejor!".  Y allí estaba ella, suspendida en el aire tal cual luna, presenciando cómo una gitana se camelaba al resto del público para que no la bajaran hasta dentro de tres horas. — ¡Bajadme! ¡Venga ya, hombreee!  Fue lo último que dijo, antes de sentir un incómodo y fulminante pinchazo en sus partes traseras.

Recuerdo de Halloween

Cada Halloween me recuerda a él.  Corría junto a mi hermano calle abajo,  sujetando fuertemente unas cestitas. Yo iba de bruja negra con peluca rubia. Frankie, de monstruo verde con unos tornillos que se tambaleaban peligrosamente sobre su cabeza. Me paré ante un niño que lloraba. —¿Qué te pasa?— Parecía muy asustado.—¿Yo no soy así, eh? —He perdido a mi grupo.— Vestía de blanco. Unas brillantes alas a juego dominaban su espalda. Le cogimos de la mano y nos lo llevamos. Cuando abrieron la puerta, todos los niños gruñimos como locos por un puñado de caramelos. Todos, menos él. Él se dio la vuelta y, sin decir nada, se fue.

El ermitaño

El hombre se transformó en aquello que no debía, y comenzó a subir las escaleras, despacio. Su madre ya se lo decía cuando era pequeño: —Miguelito, hijo, ¿es que no ves que los otros niños se asustan, y a mí me haces pasar un mal rato? ¡Ven para acá, recógete! Le agarraba de una pata, acercándolo a ella, y le daba un guantazo. "Si yo soy así qué voy a hacer, mami…", mascullaba Miguelito. Pero lo que más le había dolido siempre eran las burlas de su padre: —¡Eres un huevón! ¡Con esa pinta de pajarraco no vas a llegar a ningún sitio! —¿No ves que se te caen las plumas, so inútil? Desde entonces evitaba transformarse. Evitaba a todos. Durante los últimos años había sido prácticamente un ermitaño en un edificio abandonado. Era el lugar perfecto: allí podía dar rienda suelta a su imaginación, lejos de burlas y golpes. Llegó a la última planta. Normalmente, en su cueva no andaba. Volaba. Pero, en ese momento, esa era la única capacidad humana que deseaba usar. ¿Cuánto tiempo había