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Mostrando entradas de junio, 2014

El circo Belle Époque

—Sí, ha sido mi tía abuela. Estoy segura. A pesar de mi afirmación rotunda, a los policías encargados de investigar la desaparición de mi novio se les escapaba una sonrisa. Mi tía abuela Rosario había muerto de un ataque al corazón hacía tres años. Yo era la única persona que vivía con ella desde que era una cría y cuidábamos la una de la otra. Cuando era muy pequeña, mis padres, acróbatas de profesión, decidieron dejarme en su casa por una promesa de giras circenses por Europa. Quería haberme ido con ellos y que aquella fuera también mi vida. ¿Quién iba a dar el biberón a las crías de león recién nacidas? Quince años después de la fuga familiar todavía me pregunto por qué era incompatible volar por los aires subidos en un trapecio con criar a una hija. Ahora dicen que las mujeres de circo aprenden a ser acróbatas de la vida. Las otras, sustituímos las carpas por la inmensidad del cielo y la atención del espectador por la de una abuela que me enseñó que se peca de bobo si se le