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Mostrando entradas de septiembre, 2022

El ermitaño

El hombre se transformó en aquello que no debía, y comenzó a subir las escaleras, despacio. Su madre ya se lo decía cuando era pequeño: —Miguelito, hijo, ¿es que no ves que los otros niños se asustan, y a mí me haces pasar un mal rato? ¡Ven para acá, recógete! Le agarraba de una pata, acercándolo a ella, y le daba un guantazo. "Si yo soy así qué voy a hacer, mami…", mascullaba Miguelito. Pero lo que más le había dolido siempre eran las burlas de su padre: —¡Eres un huevón! ¡Con esa pinta de pajarraco no vas a llegar a ningún sitio! —¿No ves que se te caen las plumas, so inútil? Desde entonces evitaba transformarse. Evitaba a todos. Durante los últimos años había sido prácticamente un ermitaño en un edificio abandonado. Era el lugar perfecto: allí podía dar rienda suelta a su imaginación, lejos de burlas y golpes. Llegó a la última planta. Normalmente, en su cueva no andaba. Volaba. Pero, en ese momento, esa era la única capacidad humana que deseaba usar. ¿Cuánto tiempo había