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Mostrando entradas de marzo, 2015

Nadie es una isla

— Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro… De pie, Sara parecía emocionada. No levantaba la vista del suelo. Tenía los brazos cruzados a la altura del pecho y hablaba ante todos los que estábamos allí; sentados en un círculo que, para mí, empezaba y terminaba en ella. Los integrantes de esa circunstancial comunidad teníamos algo en común: eso que suelen llamar terapia. La gran mayoría sufría mucho. Todos éramos adictos a algo: al juego, al sexo, a la bebida... Yo, a Internet. Ella era adicta a sí misma. Entonces, comenzó a hablar: — Conozco a cierta persona —me miró un segundo y volvió a bajar los ojos — desde hace meses. Es el único que ha sabido escucharme... No conocí a Sara como ocurre en las películas: chico se tropieza con chica en la puerta de la clínica y surge la atracción. No. Contactamos a través de una web para ligar por Internet. Yo era usuario habitual de los chats y de las redes sociales. Podía pasarme horas conectado a ellos. En el trabajo, en casa,